La
hermana cátara y la hermanita cátara se infiltran en un grupo
de beatas que se dirige a al Concejo, para así acceder a
la proclama del Juez.
La
hermana cátara muestra la falsa proclama sobre la verdadera.
Por
ella se insta a nobles y villanos a seguir a Nuestro Señor
Jesucristo, y no al
Papa Inocencio.
Las hermanas cátaras celebran con su característico alborozo la lectura de dicha proclama en
la plaza Mayor de la Villa.
El
hermano cátaro, con hábito de fraile, es conducido por
caballeros de la Orden del Hospital ante el Juez Domingo
Celadas.
Un
grupo de niños prepara una hoguera para quemar a los
hermanitos cátaros junto al Palacio Episcopal.
Hermanas cátaras se camuflan en la procesión fúnebre de Los
Amantes de Teruel para
intentar huir de las garras de la justicia.
Hermanos cátaros festejan que todavía no han sido apresados
por el Juez Domingo Celadas.
Los hermanos supervivientes asisten resignados al tormento y
muerte de los demás hermanos cátaros.