CAMINO DE LA SIERRA
El autobús que me conduce a la Sierra es vetusto y
arisco como la provincia. Queda a un lado el cerro de Santa Bárbara,
los Mansuetos. Al otro el río Alfambra. peña Palomera... Son lugares
que hicieron historia en la confrontación bélica por las encarnizadas
batallas que en ellos tuvieron lugar, y en las que miles de soldados
perdieron su vida.
La ascensión es lenta y penosa, monótona y somnolienta.
pues de 915 metros de altitud vamos a subir a casi 2.000.
Aspiro fuerte por la ventanilla y ya percibo el rico
olor a pinos... esa mezcla de resina y oxígeno ensancha los pulmones.
Los mismos árboles que hace más de 40 años nos dieron leña para
combatir el frío y nos guarnecieron en más de una ocasión para
esquivar los tiros de la Guardia Civil.
Atravesamos pequeños pueblos que me traen grandes
recuerdos, quizá porque me vuelvo viejo. El zagal ha cambiado la grupa
del macho por una motocicleta de "trail", que conduce
acelerada por las calles asfaltadas hoy, embarradas ayer. A la espalda
lleva pegada la compañera, desafiando la velocidad y el peligro.
El rubor de antaño, en la mujer, ha cambiado por el
cigarrillo encendido, y las faldas que se desparraman ante el estímulo
de la velocidad, sin que importe enseñar las piernas.
Sin embargo, los trigos, las cebadas, los cereales,
continúan como siempre erguidos, majestuosos, balanceándose
desafinares al viento, para ofrecer muy pronto el pan y el pienso.
Hasta las aliagas siguen disimulando sus pinchos, con
la alegría de las rosas amarillas, y el tomillo, de flores más
diminutas, pero más generoso al obsequiarnos con su aroma
inconfundible.
Muchos pueblos han quedado sin maestros durante años
depositarios de la cultura por falta de niños. En aquella época el
secretario del Ayuntamiento fue el gestor administrativo oficial de la
villa; el médico, fiel velador de la vida, y el cura, depositario de la
llave del cielo, del perdón y del castigo.
Negros nubarrones aparecen a lo lejos con algún
trueno, y me recuerda el dicho:
"Cuando truena en San Ginés
y responde en Palomera
Ya se pueden ir los peones
a dormir a la pajera".
Del que un día fue orgullo de castillo medieval solo
quedan pedruscos y algún trozo de muro, pero al volverlo a contemplar
lo imagino altivo, completo; testigo de muertes, amoríos y traiciones.
Solo perduran del viejo molino dos grandes ruedas y
el caserón derruido. La balsa se debió secar hace años, pues el moho
y las hierbas la han invadido por completo.
Los antiguos corrales de gallináceas, han dado paso
a boyantes granjas de vacas.
La casa donde esbocé mis primeros e ilusionados
amores, y en una noche de penumbra deposité en la boca de mi novia los
más encendidos besos, sigue en pié.
Los viejos caminos, ayer pedregosos, hoy son amplias
pistas, señal de concentración parcelaria, pero los pequeños huertos
han desaparecido, ante el hedor del agua putrefacta contaminada.
¡Ya no van mozas por agua a la fuente, con el cántaro
apoyado en las caderas sinuosas!
¡Ya no se esbozan noviazgos en las fuentes, sino en
los bares! La cerveza ha suplido al agua de los manantiales. Estos no
discurren hasta el río, se han captado y canalizado para seguir fieles
al servicio domiciliario tras su cloración en los depósitos, sitos allá
en lo más alto de los pueblos, como antaño ocurría con los
cementerios.
Apenas cantan los pájaros, víctimas de los
insecticidas. En cambio, de vez en cuando se escucha el poderoso mugir
del buey. Eso sí... los perros continúan ladrándome como siempre, al
detectar al que consideran extraño, forastero; ignorando que me fui a
la fuerza pero que he estado soñando día a día con ésta, mi tierra.
Las arcadas del gran puente, hoy sin agua en el río,
asemejan tinajas vacías.
A aquellas mozas lejanas, un día bellas y serosas,
tan anheladas por los mozos, hoy les denuncia el paso inexcusable del
tiempo, por las arrugas delatoras de sus caras marchitas como las flores
en invierno. Algunas ya, ni se molestan en limpiarse las legañas, su
cabello es blanco... parece no importarles la muerte, convencidas de
encontrarse en el ocaso de su vida.
Pero soñar es volver a empezar a vivir, procuraré
ser fiel a mis recuerdos y rememorar desde el principio.
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